Camino de la Resurrección

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Alberto Plaza
11/10/2003

La noche de los mil aullidos,
La ruta que conduce a un solo camino,
La noche donde vive la palabra del que ha muerto,
El camino de la resurrección.

Grítale a la luna, como un lobo, GRITALE,
Dile que aquí estamos,
Dile a la sorda luna que no nos vamos,
Grítale a la luna, o muere esperando por ella.

Ya es de noche y el sol no se esconde,
De día, y la luz es gris, tenue y fría,
Ya oigo la trémula voz del miserable mesías,
Ya oigo sus pasos, ya escucho la ronca voz de la brisa.

Grítale de una vez coño, grítale a la puta luna,
Ella algún día va a escuchar,
Tiene que escuchar ¡Así Muera! Lo hará.

La noche sin sus tristes aullidos,
La ruta oscura de un solo destino,
Mueres si ella te lo pide,
Eres capaz luna, de morir tú por mí.

Te grito y espero tu respuesta,
Lloro y escupo a tu delicadeza,
Escucho los débiles pasos del mesías,
Del que predica la muerte, del mesías su voz.

Sociedad de los Poetas Muertos

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Alberto Plaza
29/09/2003

Un grito en forma de verso
Lanzado al aire,
Es más que un par de silabas
Pronunciadas con la voz acentuada,
De un maníaco alarido,
Del acento del dolor.

Es la más pura, sublime y sencilla poesía,
Esa que está escrita con las lágrimas del que sufre,
Con cada gota de sangre de una herida abierta,
Con el trazado perfecto de una mano temblorosa.

La sociedad del que grita, del que llora,
Del amante que a puño y letra describe su historia,
Del que nace para escribir y muere escribiendo,
La sociedad de los poetas muertos.

Un lamento de agonía, un grito atónito,
Expresando la sencilla y obstrusa realidad,
La realidad del que vive de sus sueños,
La verdad del que ha muerto soñando.

La sociedad de los poetas muertos,
La sociedad de la poesía oscura,
La sociedad de todo lo que nos es ajeno,
La sociedad del poeta, de los poetas muertos.

Codicia

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Alberto Plaza
10/04/2002

Ante los seductores ojos del poder,
Y bajo las húmedas caricias de la hermosa codicia,
Sobre camas cubiertas de pétalos de ceros,
Caí engañado en un estado de auto destrucción.

El Fin

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Alberto Plaza
10/04/2002

Un día cuando no haya destino escrito,
Cuando sean cerrados todos los caminos,
Cuando los dioses solo sean mito
Y las palabras no tengan el mismo efecto.

Un día, cuando morir parezca el mejor camino,
Entenderemos que fuerte no es:
El que pega más duro si no el que al pelear no muere.

Entenderemos que no es valiente,
Quien maltrata a los débiles,
Si no golpear a quien siempre nos hiere,

Ese día ya será tal vez muy tarde para entender,
Que no podemos dividir las voces,
Será muy tarde para entender
Que aquí todos somos iguales.

Los Desterrados de Lesad

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Alberto Plaza
30/08/2002

En un reino conocido por pobladores del universo,
Donde un solo rey gobierna cielo y tierra,
Donde su gente camina con sandalias de plata,
Donde el oro brota de suelo y la comida abunda en cantidad.

En una galaxia distante,
Siendo el sexto planeta después del segundo sol,
Ese rey es conocido como Asad,
Y a su pueblo como Lesad, gente de paz,
De sentimientos nobles y corazones buenos.

Una hermosa joven pasea pos sus bosques de cristal,
De la mano su caballo,
El último de los unicornios,
Hija de Asad, nació en las nubes
Sobre una cuna de diamantes,
A lo lejos un joven granjero la ve caminar.

En el reino de las riquezas, en el pueblo de la superioridad,
No se está permitido amar.

El joven granjero recibe un mensaje directo de su majestad,
Has sido desterrado, aléjate de mi mundo
Nunca vuelvas a Lesad, ¡Culpable!
Por cortejar a la princesa, la hija del rey Asad,
Tu castigo es morir o irte para siempre del mundo Lesad.

Jade hija de lo más elevado,
Esta dispuesta a tomar su unicornio y huir de Lesad,
Asad se entera, lo más sagrado de su mundo se acaba de enamorar,
En venganza le corta las manos al granjero
Y deja muda a su hija, no podrás pronuncia palabra alguna por desleal,

En el reino de las riquezas, en el pueblo de la paz,
El amor no está permitido,
La muerte es el precio a pagar.

Fueron despedidos por una turba agresiva,
Al fondo disparos, insultos y llantos se lograban escuchar
Ambos fueron desterrados del reino de Asad,
Trescientos años después,
Aun se escucha a la gente contar aquella historia,
Pero no se sabía si era mito o fue real,

Los ancianos temerosos murmuraban el relato,
Hasta había un libro que tenía por título,

"Los desterrados de Lesad"